El Dios de los cristianos sin corona
el cuerpo de su sangre humillada
la comunión de tus labios en mi proa
el perdón de mis pecados en tu almohada
la soledad cantando en tu silencio
los pajaritos de la madrugada
mi voz sudada buscándote a lo lejos
la paloma que cercena de mi cuerpo, tu ala
el cuerpo de tu cuerpo en distracción,
el no me llames ahora, que no estoy
el dulce sabor que se rescata de tu hez
la llave de mi casa en tu colchón
la lluvia de mis besos en la confesión
mis pecados capitales que te buscan con desdén
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